me resisto a que este lugar permanezca en blanco. y aunque exista por poco tiempo y su corta vida no merezca pasar a la historia, prefiero que exista así. acá está un pequeño...
estoy armando un juguete inflable. tiene mil colores iguales. porque los iguales son diferentes. el juguete tiene manchas, tiene pelos y lunares. tiene pene, vagina, tres anos y cinco clítoris. el juguete no usa zapatos, no viste chaqueta y sólo se lo puede inflar por el ojo derecho. con el izquierdo ve hacia adentro de quien lo mira. con la boca escupe delirios y ungüentos. tengo un muñeco inflable para nada. cuento hasta cien para nada y después nos ponemos a jugar.
macarena.
Fueron más de diez palabras, lo sé, pero en esto todo vale. Al fin de cuentas hasta aquí, y sin muñeco, bastante bien hemos llegado. Porque lo difícil es cuidarlo y mantenerlo siempre inflado. Ya no son como los de antes; ni sus penes son tan duros, ni sus vaginas jugosas, y esto de inflarse por el ojo tiene algo de macabro. Además, yo desconfío de los chinos, ellos buscan conquistar el mundo y seguro nos envían espías en todos sus aparatos. Es seguro. Anteanoche escuché ruidos y era el muñeco que hablaba en un idioma incomprensible; lo sé bien, se comunica con mi impresora y con la máquina de hacer café. Desde que habita en casa todo funciona diferente.
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